Capítulo 5: El capitalismo desacreditado

Posted by SOCIALISMO REVOLUCIONARIO On lunes, 6 de abril de 2009 0 comentarios

De forma calma y lúcida, los ideólogos del capitalismo debaten los méritos de la deflación—caídas de precios, cortes en la producción y desempleo masivo—versus inflación—un incremento de los precios—como la mejor forma de preservar su posición. Deflación e inflación son el cara y sello de la misma moneda capitalista, y la clase trabajadora está designada a pagar. Esto fue mostrado por un escritor del Financial Times quien tranquilamente declaró que las empresas se beneficiarán de la inflación porque una porción de su deuda desaparecerá, beneficiándose a las empresas con deudas con intereses fijos. Por el otro lado, “La inflación más alta permite que más empresas y trabajadores estén de acuerdo con recortes reales a los salarios que sería posible en otros casos. Ambos casos son útiles para esas empresas que ahora no son competitivas y es preferible para la sociedad [capitalista], porque los recortes salariales son más equitativos que el desempleo”. En otras palabras, la clase trabajadora tiene que pagar, la ganancia tiene que ser mantenida, si no aumentadas, a expensas de la clase trabajadora.


Obviamente, el capitalismo y junto con ello la clase trabajadora han entrado en una nueva época brutal. La pregunta quemante es como cerrar la brecha entre la situación objetiva subyacente, de la crisis prolongada del capitalismo, de hecho una serie de crisis; y cómo hacer de la consigna de la juventud italiana 'No pagaremos por su crisis' una realidad concreta. De lo que se trata aquí—como las huelgas recientes en las refinerías británicas y la explosión de rabia en Cowley frente al despido sumario de 850 trabajadoras con un aviso de sólo una hora, muestran— la necesidad de un programa de lucha. Obviamente, el caso para un cambio general del capitalismo obsoleto a una nueva sociedad socialista, debe ser hecho.


Esta crisis es la prueba, si todavía fuese necesario, que auge y crisis, el ciclo económico del capitalismo explicado por Carlos Marx y tan ridiculizado por la mayoría aplastante de opiniones 'intelectuales' en el último periodo, ha re-asegurado su validez. La desigualdad no puede ser superada dentro del marco del capitalismo más que Canute podía hacer retroceder las olas. Desigualdad es la esencia del capitalismo, revelado claramente en la relación entre los trabajadores y los capitalistas. Como Marx señaló, los capitalistas compran la fuerza de trabajo de la clase trabajadora para explotarlo. La clase trabajadora sólo recibe una porción del nuevo valor que ha creado, el restante (plusvalía) sigue siendo trabajo no pagado, la ganancia generada por los capitalistas. La lucha de clases, como Trotsky indicó, es nada más que la lucha sobre la distribución de la plusvalía. La máxima lucha que hay sobre esta plusvalía—en particular cuando las ganancias se estancan o caen, como es el caso ahora—la más intensa es la lucha de clases. El punto de partida de la clase trabajadora en esta situación tiene que ser una determinación de resistir los ataques del capital, para defender todos los avances del pasado, antes de seguir haciendo nuevas conquistas.

Al contrario de lo que arguyen los ideólogos burgueses, el capitalismo, particularmente en su fase neoliberal, no es el mejor vehículo ni el más eficiente para maximizar la producción y distribuir los productos con los pueblos del mundo. La idea de que el capitalismo es un sistema sin problemas, no susceptible a crisis bruscas, la cual fue muy promovida después del colapso del muro de Berlín, ahora está completamente desacreditada. Escondidos de las miradas de la clase trabajadora en las páginas de sus revistas 'de calidad', los defensores del capitalismo admiten esto: “Los conservadores…creen de verdad en el sistema capitalista. Cualquier persona que entiende el capitalismo sabe que está programado para fallar de vez en cuando. Las enseñanzas económicas conservadoras mantienen que las recesiones son muy similares al clima. Podría ser posible mitigar sus efectos, pero imposible de cambiar su naturaleza” (Peter Oborne, columnista derechista para el Daily Mail).

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