Los capitalistas están temblando frente a las consecuencias sociales de las implosiones económicas que vendrán. Su única consolación es que no se enfrentan con una oposición organizada de la clase trabajadora, debido a la decapitación política de las organizaciones anteriores de los trabajadores, en las manos de dirigentes como Tony Blair de Gran Bretaña y sus primos social-demócratas de Europa y otros lugares. Ellos pasaron completamente al lado de la burguesía después del colapso del Estalinismo y el tsunami ideológico, pro-capitalista que siguió. El resultado es que la masa de gente de la clase trabajadora está políticamente desarmada frente al mayor ataque a sus derechos y condiciones, ganados en la lucha dura, en la memoria viviente.
Sin dirección y organización cuando los capitalistas han usado el pretexto de la crisis para atacarnos, la rabia de las masas ha rebalsado de forma espontánea en las fábricas y las calles. Esto pasó en Irlanda mientras el gobierno buscó eliminar los beneficios médicos para los de la tercera edad. Provocó protestas intensas incluyendo la ocupación de la empresa Waterford Crystal y amenazas de ocupar
La capitulación, también compartida por los dirigentes sindicales, de hecho ayudó a reforzar la imposición brutal de las políticas neoliberales sobre la clase trabajadora y los pobres a nivel mundial. La burguesía, ya no obligada a cuidarse de la clase trabajadora organizada y sin temor de una rebelión del movimiento laboral, avanzó por eso sin límites hacia el capitalismo no regulado. Los anteriores dirigentes de las organizaciones de trabajadores resultaron ser la quinta rueda del carro de guerra del neoliberalismo. El oportunismo completo de los dirigentes sindicales es evidente en la capitulación a los jefes y sus gobiernos mientras los capitalistas intentan echar la responsabilidad por la crisis sobre los hombros de la clase trabajadora y los pobres.
Las masas saben bien quien es responsable. En Italia, los estudiantes, un medidor de lo que se está desarrollando desde abajo, han gritado en las manifestaciones: “No pagaremos por su crisis”. Contrasta mucho con la actitud patética de los dirigentes sindicales mientras se cierran las fábricas por todos lados y sólo escuchamos de las capas del movimiento sindical de la necesidad por “sacrificios compartidos”. León Trotsky escribió en los años 30 que la crisis a que se enfrenta la clase trabajadora, de hecho, toda la humanidad, se resume en la crisis de dirección de las organizaciones de trabajadores. La diferencia hoy, sin embargo, es que no sólo se enfrenta una crisis de dirección sino que también de organización, o la falta de ella, para la clase trabajadora además de un programa claro.
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